Cuando me suena el despertador cada mañana-estoy, amigos, jubilado-, pero aun lo pongo-dudo un momento-no se si he tenido un mal sueño o no, me desperezo, lo apago y pongo los pies en tierra. Por ahora es así cada día. Y no puede ser de otra manera si no estuviera convencido que vale la pena emprender el día. Con algunas obligaciones pero con ilusión. Con algunas rutinas, pero con esperanza de que sera un día que valdrá la pena.
Que será una jornada positiva. A pesar de los ladridos acuciantes de las mascotas, reclamando su pequeño manjar matutino. A pesar del frío que te obliga a conectar la calefacción. A pesar, muchas de las veces, del sueño. Aunque estoy jubilado hace años, siempre hay alguna prisa que no te deja relajar. Una vez solventados los primeros “agobios” matutinos viene el primer placer del día que es el desayuno. Unas simples tostadas con mantequilla y mermelada junto a un café descafeinado con leche, se antoja como un placer de sibaritas.
Y conectar- a la vez- el ordenador y el programa matinal favorito de la TV, aumenta la sensación de estar en el mundo a la expectativa y con fe en algo que va a suceder positivamente en el nuevo día a día. A pesar del dolor de espalda. Por una mala postura o por la correspondiente lumbalgia que ya con la edad resulta crónica. A pesar de que la presentadora de TV que se ocupa de los asuntos de la economía en nuestro País comienza con su sarta de malas noticias. Si, a pesar de todo ello degusto el desayuno a satisfacción, recojo la mesa con prontitud y me preparo para una de mis “misiones” verdaderamente importantes: preparar la lista del supermercado.
Voy a preparar una comida sencilla pero apetitosa para que mis dos mujeres de la casa se sientas bien atendidas. No es tarea sencilla. No hay que repetir el menú del día anterior. Hay que variar y-además-mantener en lo posible nuestra famosa dieta mediterránea. En realidad con ilusión resulta una tarea entretenida y fácil. Otro motivo que ayuda a encontrar el día con alicientes. Luego la realidad meridiana te hará correr para unas cosas y otras.
Bien en realidad entre grandes y pequeñas cosas el día te ha dado- tu has dado también- lo suficiente para sentirte feliz y bien pagado. Has contribuido a que al ambiente casero y familiar se hayan sumado cosas y no se hayan restado. Es bien verdad de que cuando llega la noche tu cuerpo-cansado-te pida descanso. Descanso para volver a poner el despertador, volverlo a apagar y levantarte para ver el próximo día y disfrutarlo.Sin dudarlo la vida es maravillosa.