A las seis de la tarde estábamos convocados Martina y yo, -los abuelos paternos-, en casa de nuestro hijo pequeño Pau, junto con el resto de hermanos, para celebrar el primer cumpleaños de su único vástago, Bruno. El día, gris y lluvioso, no se interponía ni mermaba nuestra ilusiones.
El pequeño Bruno, en la actualidad, era el "juguete" de toda la familia. Comenzaba a dar sus primeros pasos y, -aunque apenas se le entendía algo-, también balbuceaba algún sonido que, imagino, para el niño tendría un claro significado.
Descendimos del coche,-nos costo aparcar cerca del numero veintitrés donde viven Pau y Noelia, los orgullosos padres del cumpleañero-, y, con el paraguas en una mano y dos sillitas en la otra,-cada uno-, entramos por verja y cruzamos el jardín, hasta la casa.
-Pau hijo,-le dije-, cuando nos salio a recibir-, recoge, por favor, la mesa que esta en el asiento trasero del coche.
La mesa y los cuatro silloncitos formaban parte del regalo colectivo para el sobrino-nieto.
Desde el recibidor de la casa ya se oía a los niños. Otra de nuestras hijas, Montse, llego la primera. Cris, Raul,-sus hijos-, y el mismísimo Bruno, probaban algunos juguetes musicales no sin acierto. La fiesta comenzaba. Noelia nos recogía los silloncitos, de mimbre, de los que se había encaprichado Martina, la abuela.
!Quien iba a quitarle la idea, de tal regalo, a mi mujer!. No fui yo.
Un pequeño recibidor, al entrar en la casa, a la izquierda el salón-comedor, y a la derecha cocina y entrada al garaje, al frente una escalera que lleva a la planta inferior. Pau y Noelia se habían hecho construir la vivienda mas o menos a su gusto. Digo mas o menos porque siempre hay pequeños detalles que el constructor no acabo de finalizar.
-Bruno, Bruno....que han llegado los yayos....-le grita Noelia a su pequeño-!
Entramos en el salón y Bruno se acerco a nosotros con los bracitos en alto y una sonrisa de oreja a oreja. Sus ojitos brillaban tanto, por la alegría de vernos, que iluminaban mas toda la estancia.
-Bruno , ven, -dijo mi mujer-, que la yaya te coja de la manita.
Mi nieto Bruno llevaba un sombrerete en la cabeza, de dos pisos, donde su mama había escrito....Un año!, con letras de imprenta pegadas a el. Aunque como el pequeño no le apetecía mucho llevarlo, se lo iba estirando y quitando a la vez que corría hacia los brazos de su abuela Martina.
Mientras sonaba el timbre de la puerta y, eran los que faltaban por llegar. Mi hija Ana, Miguel su marido y los peques Clara, Alex y Judit. Ya estábamos todos, -pues entretanto había llegado Elena-, nuestra segunda hija.
Desde la cocina Noelia advertía:
-Niños, el pastel ya esta listo!
En el salón todo seguía igual, los niños Raúl y Alex, jugando con un mini futbolin, Judit y Bruno peleándose por un osito de peluche y los mayores intentando mantener una conversión, rota la mayoría de veces por las exigencias de algún pequeño.
Por fin alguien dejo el pastel, con una vela inmensa, en la mesa del comedor.Volvía a sonar el timbre de la puerta. Llegaba Manel pareja de Elena. Acababa de aterrizar en el Prat, procedente de los Alpes franceses, tras unas "mini" vacaciones.Y se unía al grupo.
-!Venga, Bruno, a soplar.....dijimos todos al unisono!!
Bruno se acerco a la mesa, en los brazos de su papa, acompañado de su mama, e intento soplar la vela, o algo parecido, de su primer pastel de cumpleaños. La vela se apago con la inestimable ayuda de sus primitos, al ritmo consabido de ...
-Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos Bruno...y que cumplas muchos mas!!
Me toco a mi repartir el pastel del que dimos buena cuenta , en un santiamén. Bruno cumplía su primer añito y todos lo celebramos con mucha alegría.