Otra semana más y vuelvo con un nuevo trabajo para el "Taller". Esta vez el tema obligaba con el ritmo, escena, narración lineal, resumen, elípsis, descripción, suspensión y el análisis del discurso narrativo. No sabia por donde empezar. Espero que lo parido sea soportable. Gracias nuevamente por seguirme lo cual me llena de moral.
Hoy me he levantado como cualquier otro día de mi vida. Aunque pongo el despertador a las siete de la mañana, no lo dejo sonar, pues llevo rato despierto bastante tiempo, desde la cuatro de la madrugada. Por mi cabeza se cruzan imágenes de lugares y de acontecimientos, algunos de ellos sin sentido aparente. Es probable que durante ese periodo también haya soñado. Lo último que recuerdo es que cogía un tren de cercanías, sin billete. El revisor se ha percatado de la cuestión y rápidamente ha empezado a perseguirme pues yo había puesto pies en polvorosa. El diligente funcionario, por suerte, me perdía de vista, y yo me encontraba, sudoroso, en un cruce de calles que no sabia distinguir. ¡Uf menuda pesadilla!
Mientras me preparo el café con leche habitual, enciendo la televisión y busco algún informativo. Después preparo las tostadas con mantequilla y mermelada y me siento para disfrutar de unos de los momento mas agradables de la jornada. Una jornada que, a diferencia de las de este ultimo mes de Abril, tiene algo de especial para mí. Volaré por primera vez hacia Granada, por trabajo, en una misión de la que puede depender mi ascenso en la compañía donde trabajo como Supervisor de Créditos.
Mi jefe, Antonio, Director Financiero, llevaba una semana proponiéndome para el desplazamiento hablándome de las posibles ventajas para mi si fructificaba la operación.
Pablo, has hecho méritos para el trabajo y estoy convencido de que no vas a decepcionarme.
No, Antonio, estoy preparado para el viaje. Espero superar esas ansias que me entran cada vez que he de coger un avión - le dije ayer lunes, poco antes de marcharme hacia mi casa.
Después de pasar por la ducha, afeitarme me pongo mi mejor traje de entretiempo, uno de color beige, camisa blanca y una corbata marrón oscura, aparentemente a juego. El vuelo salia desde el aeropuerto de Barcelona a las nueve y veinte de la mañana, debía darme prisa. De mi casa a la terminal solo tenia veinte minutos de viaje. Con las prisas casi olvido mi maletín con la documentación precisa y mis poderes de la compañía. Una vez dentro de mi coche, mi cabeza empieza a pensar en la operación que tenía encomendada en Granada: conseguir que nuestro distribuidor en esa zona siga con nuestros productos, previa cancelación de la deuda atrasada existente. Para ser lunes el tráfico era bastante fluido.
El vuelo fue bueno, con solo un par de sustos por esos baches que se originan de vez en cuando.
En el aeropuerto Federico García Lorca, el avión aparca casi tocando la terminal , y, allí estaban Carlos Pardo mi compañero que llevaba el aspecto comercial y, acompañándole Jesús Gimenez el distribuidor. Tras los saludos de rigor nos trasladamos, en el coche de Carlos, a la capital, donde Jesús tenia sus oficinas. Ya eran cercanas las doce del mediodía. En un momento aproveché para enviarle a mi esposa, María, un sms comunicándole que había llegado bien.
El trayecto corto, unos diecisiete kilómetros, nos dio para encarrilar ya algunos de los condicionantes de la operación, forma de pago de la deuda pendiente y nuevas posibilidades de productos que Carlos se aplicó bien en explicar.
Pablo que tal la familia?-me pregunto Carlos-
Bien; ya se que vosotros habéis tenido otro hijo. Me entere por el jefe Antonio. Muchas felicidades.
Tu crees que terminaremos hoy?- dijo mi compañero-
Espero que sí, Carlos, me gustaría coger el vuelo de vuelta que sale a las veinte treinta y cinco.
Cerca de las dos de la tarde nos encaminamos hacia el restaurante Cunini, una selecta marisquería, próxima a la Catedral. Jesús insistió en llevarnos y dejar el tema de las cuentas para después. En realidad fue durante la comida donde atamos todos los cabos del negocio.
Por los veinte mil euros de la deuda hago una transferencia, de la mitad y el resto concretamos unos pagarés.-aseveró Jesús.
Bien, dije. No esperaba menos; que la competencia esta tras de tus pasos y no nos gustaría tomar otra decisión al respecto. Ya sabes que tuvimos que luchar mucho para tu incorporación a nuestra red de distribuidores. Pasaremos por la Notaría para firmar el reconocimiento de la deuda.
Pese a los estira y afloja la comida transcurrió correctamente y a las cuatro de la tarde ya estábamos nuevamente en las oficinas. En el trayecto, iba yo recordando cuando aterricé en la multinacional Pinturas y Barnices Alemanes, haría unos seis años. Entre medio recomendado, y no fui muy bien recibido. Mis compañeros, tardaron tiempo en darme la oportunidad de abrirme hacia ellos y en demostrarles mi valía. En principio el Director General, Klaus Juergueen , me encomendó revisar todas las cuentas y poner al día los cobros. Tuve que repasar la tarea de otros y ello no ayudó nada para que mis nuevos compañeros me cogieran confianza. El tiempo todo lo cura y en este caso también fue así.
Pablo, Carlos, ya estamos llegando a la tienda, Pinturas Granadinas-Jesús nos la señalaba de lejos-. Verdad que con las nuevas obras ha quedado mucho mejor?
Era cierto, con las modificaciones se habían resuelto algunos problemas de espacio que tenían antes. Dimos una vuelta por los tres pisos del edificio, los garajes, y el almacén de productos peligrosos, apartados de todo lo demás. El negocio de Jesús era uno de los que mas facturaba en Granada y provincia.
Tenéis que ayudarme con la deuda, los plazos,insistía Jesús Gimenez.
Jesús, le respondí algo serio, ya lo hemos hablado en varias ocasiones. Se han producido muchos impagos y la situación ya no podía seguir mas. Seguiremos suministrandote productos con la condición de reconocer la deuda notarialmente y a finiquitarla en un plazo máximo de dos años. Los intereses serán del cinco por ciento anual. Y, recuerda durante los seis meses próximos el pago de los productos que solicites sera anticipado.
Jesús intentaba asimilarlo todo deprisa pero se mostró algo alterado.
De acuerdo, así quedamos. No habrán más impagos. He vendido una de las naves de La Fe, y tengo ahora un buen remanente de dinero, concluía Jesús.
El paso por la Notaría fue rápido. Una copia de la documentación ya la había enviado yo, desde Barcelona, por fax. Misión cumplida. Conservavamos al mejor distribuidor que había en Granada.
Una vez con los pagarés y el justificante de la transferencia en mi maletín, me despedí de Jesús. Carlos, como no íbamos mal de tiempo, aun no eran las seis de la tarde y el avión salia pasadas las ocho, me llevó a ver la famosa Alhambra, en una visita fugaz, que en realidad no dio para mucho. Pero fue mucho más de lo que pude imaginar. Arreglar el entuerto para el que había viajado tan lejos. Muchísimo para un solo día. Una jornada completa que me sirvió para conseguir el ascenso tan esperado. Un ascenso por el que me había esforzado y luchado mucho en los últimos dos años de trabajo.
Una vez en casa, relajado tras el viaje, cerca de las once de la noche, aprovechamos con María , mientras saboreábamos la cena, para ver la cartelera cinematográfica y escoger una película para salir y ver juntos el próximo viernes por la tarde.
viernes, 30 de abril de 2010
jueves, 22 de abril de 2010
UNA DE LA MILI
Amigos y seguidores, ya estoy otra vez aquí. La octava entrega de mis trabajos de Escritura mezcla en su temario conflictos y cambios. Y nos trasladamos a épocas pasadas como podréis ver por la foto.
Fue en Es Castell ,Menorca, en el Cuartel de Ingenieros. Acabábamos de llegar Peter (en realidad su nombre era Pedro), Fernando y yo, procedentes de Palma de Mallorca. Ultimo trayecto en nuestro Servicio Militar. La llegada fue triste. Las paredes del cuartel, blanquecinas, lúgubres, no presagiaban nada bueno. Sobre todo por la mala fama del cercano Cuartel-Penal de La Mola.
Pero como creíamos que nuestro espíritu aventurero podría con todo, llegamos decididos a que el nuevo destino y sus perspectivas, no de forma negativa en nuestro futuro próximo. Por ello, en nuestro macuto militar no olvidamos meter la ropa de paisano. Peter, un par de centímetros mas bajo que yo aunque mas ancho, lucia, en esas escapaditas a hurtadillas, una chaqueta de pana verde que yo peleaba por llevar prestada.
Nuestra ubicación en el cuartel fue en la estancia superior, donde estaba situada la centralita telefónica y todas las herramientas que utilizaríamos en el trabajo que nos habían asignado, y que consistía en instalar y reparar el tendido telefónico militar en los campos vecinos. Nuestras caminatas, poste de madera de pino, al hombro, por los predios colindantes, eran habituales.
Una vez bien estudiada la situación, esperamos la primera oportunidad para hacer una de nuestras salidas. La primera pareció resolverse conforme a nuestros intereses. Salimos del cuartel , vestidos de paisano – cosa que estaba prohibida - por la puerta principal. Pero nuestra suerte no duró mucho. Los demás soldados enseguida dieron cuenta a la Superioridad de tal circunstancia. Por lo que pasamos al plan B. Salir por la noche, a escondidas, y saltando la tapia del cuartel por el lugar menos vigilado.
Y lo hicimos el día de la Fiesta Mayor de Es Castell. Justamente plantaron la carpa, con los músicos, en la plaza que teníamos enfrente. Alegremente, sin pensar en consecuencia ninguna, nos dirigimos, con nuestras mejores ropas -yo con la chaqueta de pana verde prestada por mi amigo Peter, que creía me daba un porte mas interesante, hacia el entoldado. Intentamos bailar con alguna joven “nativa” las melodías que sonaban. Fue bastante difícil. Pero mi amigo Peter lo consiguió. Con tan mala fortuna que su joven pareja de baile resulto ser ni mas ni menos que la hermana de nuestro superior inmediato, el Cabo Primero Pons, un menorquín del mismo Es Castell.
Al final la emocionante aventura se quedó en en un arresto que dio con mis huesos en el calabozo. No sé todavía el porqué Peter y Fernando escaparon al castigo. Los quince días que pasé en la “preve”, así le llamábamos popularmente, fueron un agobio. Durante el día cumplía con mis oblaciones como oficinista en el Destacamento y por las noches dormía en esas cuatro paredes que hacían las veces de cárcel. Una litera y un lavabo eran todo el mobiliario de tal habitáculo. Muy deprimente. Y además, mientras duró el castigo, nada de salir a la calle ni recibir visitas. Claro que lo de las visitas era poco importante pues no habíamos tenido ocasión para relacionarnos.
Transcurrido el castigo y con la vuelta a la normalidad, el problema seguía siendo como salir del cuartel con la ropa de paisano. Estaba claro que vestidos de militar las posibilidades de conocer chicas de la isla eran remotas por no decir nulas. Pero, con la llegada del nuevo teniente que comandaría el destacamento, de pronto todo cambió. El recién llegado mando venia con las ideas muy claras respecto a como reinventar nuestras instalaciones. Enseguida hice migas con él gracias al fútbol. Nacido en Zaragoza el teniente tenia un sobrino que jugaba en el equipo maño de la primera división . Por el tema de la pelota le caí bien cuando le explique mis “pinitos” de reportero. Le hablé del F.C. Barcelona y de todos los jugadores que llegué a entrevistar.
Más tarde la suerte vino, para todos los compañeros, cuando se le ocurrió renovar la oficina. Suelo,azulejos, pintura. Ninguno de nosotros tenia aptitudes para dirigir las obras por lo que el teniente pidió refuerzos a Palma de Mallorca. Vinieron Luis y Manuel, ya veteranos. El primero paleta y el segundo electricista. Y nos pusimos manos a la obra. Peter, Fernando y yo, de peones. Nunca jamás se me habían llenado las manos de callos como en aquellos días. Otro tormento era manejar la carretilla llena de esa mezcla con cemento y arena. Creo que adelgacé cuatro quilos. Pero vendría la recompensa. Y en la forma que nunca imaginamos. El teniente nos concedió unos pases, que se llamaban de pernocta, para los fines de semana.
¡Podríamos salir los sábados y domingos vestidos de paisano!. Nuestro porvenir pasó, de un plumazo, de negro a blanco. Yo seguí en la oficina encargándome de todo el papeleo del destacamento. Peter fue nombrado furriel, encargado de todos los materiales e indumentarias. Fernando y los recién llegados veteranos pasaron a realizar el trabajo de campo, el reparar las abundantes líneas telefónicas militares de la zona.
Volvimos pues a salir y relacionarnos por la isla. Peter era el que tenia mas gancho con las chicas. Era muy simpático y tenia una sonrisa cautivadora. Y yo disfrutaba, algunas veces, de su preciosa chaqueta de pana verde que imaginaba me hacia mas interesante. Así los tres meses que nos quedaban para regresar a casa se nos hicieron mas llevaderos. Alguno de los chicos, incluso se fue a casa dejando novia en la isla.
Fue en Es Castell ,Menorca, en el Cuartel de Ingenieros. Acabábamos de llegar Peter (en realidad su nombre era Pedro), Fernando y yo, procedentes de Palma de Mallorca. Ultimo trayecto en nuestro Servicio Militar. La llegada fue triste. Las paredes del cuartel, blanquecinas, lúgubres, no presagiaban nada bueno. Sobre todo por la mala fama del cercano Cuartel-Penal de La Mola.
Pero como creíamos que nuestro espíritu aventurero podría con todo, llegamos decididos a que el nuevo destino y sus perspectivas, no de forma negativa en nuestro futuro próximo. Por ello, en nuestro macuto militar no olvidamos meter la ropa de paisano. Peter, un par de centímetros mas bajo que yo aunque mas ancho, lucia, en esas escapaditas a hurtadillas, una chaqueta de pana verde que yo peleaba por llevar prestada.
Nuestra ubicación en el cuartel fue en la estancia superior, donde estaba situada la centralita telefónica y todas las herramientas que utilizaríamos en el trabajo que nos habían asignado, y que consistía en instalar y reparar el tendido telefónico militar en los campos vecinos. Nuestras caminatas, poste de madera de pino, al hombro, por los predios colindantes, eran habituales.
Una vez bien estudiada la situación, esperamos la primera oportunidad para hacer una de nuestras salidas. La primera pareció resolverse conforme a nuestros intereses. Salimos del cuartel , vestidos de paisano – cosa que estaba prohibida - por la puerta principal. Pero nuestra suerte no duró mucho. Los demás soldados enseguida dieron cuenta a la Superioridad de tal circunstancia. Por lo que pasamos al plan B. Salir por la noche, a escondidas, y saltando la tapia del cuartel por el lugar menos vigilado.
Y lo hicimos el día de la Fiesta Mayor de Es Castell. Justamente plantaron la carpa, con los músicos, en la plaza que teníamos enfrente. Alegremente, sin pensar en consecuencia ninguna, nos dirigimos, con nuestras mejores ropas -yo con la chaqueta de pana verde prestada por mi amigo Peter, que creía me daba un porte mas interesante, hacia el entoldado. Intentamos bailar con alguna joven “nativa” las melodías que sonaban. Fue bastante difícil. Pero mi amigo Peter lo consiguió. Con tan mala fortuna que su joven pareja de baile resulto ser ni mas ni menos que la hermana de nuestro superior inmediato, el Cabo Primero Pons, un menorquín del mismo Es Castell.
Al final la emocionante aventura se quedó en en un arresto que dio con mis huesos en el calabozo. No sé todavía el porqué Peter y Fernando escaparon al castigo. Los quince días que pasé en la “preve”, así le llamábamos popularmente, fueron un agobio. Durante el día cumplía con mis oblaciones como oficinista en el Destacamento y por las noches dormía en esas cuatro paredes que hacían las veces de cárcel. Una litera y un lavabo eran todo el mobiliario de tal habitáculo. Muy deprimente. Y además, mientras duró el castigo, nada de salir a la calle ni recibir visitas. Claro que lo de las visitas era poco importante pues no habíamos tenido ocasión para relacionarnos.
Transcurrido el castigo y con la vuelta a la normalidad, el problema seguía siendo como salir del cuartel con la ropa de paisano. Estaba claro que vestidos de militar las posibilidades de conocer chicas de la isla eran remotas por no decir nulas. Pero, con la llegada del nuevo teniente que comandaría el destacamento, de pronto todo cambió. El recién llegado mando venia con las ideas muy claras respecto a como reinventar nuestras instalaciones. Enseguida hice migas con él gracias al fútbol. Nacido en Zaragoza el teniente tenia un sobrino que jugaba en el equipo maño de la primera división . Por el tema de la pelota le caí bien cuando le explique mis “pinitos” de reportero. Le hablé del F.C. Barcelona y de todos los jugadores que llegué a entrevistar.
Más tarde la suerte vino, para todos los compañeros, cuando se le ocurrió renovar la oficina. Suelo,azulejos, pintura. Ninguno de nosotros tenia aptitudes para dirigir las obras por lo que el teniente pidió refuerzos a Palma de Mallorca. Vinieron Luis y Manuel, ya veteranos. El primero paleta y el segundo electricista. Y nos pusimos manos a la obra. Peter, Fernando y yo, de peones. Nunca jamás se me habían llenado las manos de callos como en aquellos días. Otro tormento era manejar la carretilla llena de esa mezcla con cemento y arena. Creo que adelgacé cuatro quilos. Pero vendría la recompensa. Y en la forma que nunca imaginamos. El teniente nos concedió unos pases, que se llamaban de pernocta, para los fines de semana.
¡Podríamos salir los sábados y domingos vestidos de paisano!. Nuestro porvenir pasó, de un plumazo, de negro a blanco. Yo seguí en la oficina encargándome de todo el papeleo del destacamento. Peter fue nombrado furriel, encargado de todos los materiales e indumentarias. Fernando y los recién llegados veteranos pasaron a realizar el trabajo de campo, el reparar las abundantes líneas telefónicas militares de la zona.
Volvimos pues a salir y relacionarnos por la isla. Peter era el que tenia mas gancho con las chicas. Era muy simpático y tenia una sonrisa cautivadora. Y yo disfrutaba, algunas veces, de su preciosa chaqueta de pana verde que imaginaba me hacia mas interesante. Así los tres meses que nos quedaban para regresar a casa se nos hicieron mas llevaderos. Alguno de los chicos, incluso se fue a casa dejando novia en la isla.
jueves, 15 de abril de 2010
ALUMBRAMIENTO
Amigos, agradecidos seguidores, por fin he conseguido terminar el séptimo ejercicio de mi Taller de Escritura Creativa. El Tema semanal: La acción y el tiempo.Hemos mezclado un hecho histórico intercalando otro cercano. Espero que os guste. Gracias.
Recuerdo como muy especial y emotivo el mes de Enero de 1.976. Moría la escritora Agatha Christie a la edad de 85 años. Y nacía, el día 29, mi cuarto hijo, Pablo. Un varón. Hasta entonces Dios nos había regalado tres hembras, Ana, Elena y Montserrat.
Recuerdo como muy especial y emotivo el mes de Enero de 1.976. Moría la escritora Agatha Christie a la edad de 85 años. Y nacía, el día 29, mi cuarto hijo, Pablo. Un varón. Hasta entonces Dios nos había regalado tres hembras, Ana, Elena y Montserrat.
Fue en nuestra época en Palma de Mallorca-mi esposa es isleña, de Menorca - donde vinieron al mundo esas maravillosas criaturas. Y no llegaron, una tras otra, porque fuéramos en busca del varón, no. Solo sucedió. De novios ni si quiera creo que nos planteáramos tener o no hijos. Eran otros tiempos.
Menudo problema el tema de ponerle nombre a los hijos. Todo el mundo-especialmente mi madre- daba el suyo. En realidad fuimos condescendientes con ella y-en el Registro Civil- constan las dos primeras como Ana María y María Elena. Con la tercera no hubo mas que hablar: Montserrat porque a mi me gustaba. Y punto. La historia del varón tiene su aparte. Cuando nacieron las niñas, en La Clínica Rotger de Palma, -cuando Ana- quise entrar en la sala de partos pero las monjas que dirigían la “operación” no me dieron permiso. Y cuando nació Montse me dejaban entrar pero yo no me atreví. Eso si ,tampoco me aviso de la buena nueva, como las anteriores veces, la comadrona. Tuvo que ser la monja supervisora quien me lo comunicase ….
El Señor ha querido que sea otra niña!
Y la venida a este mundo de Pablo -fue ya cuando residíamos en Barcelona- si tuvo su nota especial pues la comadrona me obligo a estar en el parto con mi mujer. Y cogiéndole la mano llego el instante en que vi nacer a nuestro hijo varón. No pude reprimir unas lágrimas de emoción. Las circunstancias me habían superado. Yo siempre tuve un cierto canguelo a que llegara el momento en cuestión. El de estar en el parto. Mi mujer también estaba contenta. Al principio de saber que volvía a estar embarazada, el mundo se le cayó encima. Subir a tres criaturas ya era tarea ardua. Y otra, no sabia como se las podría apañar. Pero al ver la carita del niño dio por bien empleado todo el esfuerzo realizado.
A ella se le multiplico el trabajo en la casa y a mi, fuera. Ya no quedaron demasiadas ocasiones para volver con los libros de Agatha Christie, una de mis grandes pasiones. De joven me aficione a esos relatos en que Hércules Poirot y Miss Marple hacían maravillas para descubrir a los malos. Y tal afición me vino gracias a mis tías Juana y Pili que fueron dueñas de un pequeño taller de encuadernación de libros. Allí pase algunos veranos ,en mi adolescencia, aprendiendo el oficio. Mejor diría, medio aprendiendo. Y mis tías, ambas solteras, me mimaban y me obsequiaban con ejemplares, de los que tenían alguna tara y no se podían enviar a los editores, de la insigne escritora.
Creo que pocos ejemplares me faltan para tener la colección completa.
domingo, 11 de abril de 2010
LA PROCESION
Queridos amigos y , a la vez, sufridos seguidores:
Como en anteriores ocasiones me atrevo a publicar mi sexta tarea en el Curso de Literatura Creativa, para conocer vuestra estimable opinión. Saludos.
Como en anteriores ocasiones me atrevo a publicar mi sexta tarea en el Curso de Literatura Creativa, para conocer vuestra estimable opinión. Saludos.
Eran las siete de la tarde y mi madre, desde el salón, acalorada, me advertía:
José María, apresurate, acaba ya de vestirte , que llegaremos tarde!
Mi madre estaba nerviosa pues era la primera vez que yo la acompañaría a la procesión. Llevábamos mucho tiempo preparando, ensayando para el acontecimiento. Además ella había sido la encargada de confeccionar las túnicas, con la ayuda, claro esta, de mi abuela. Mi abuela había sido modista y todavía su visión no le impedía dar algunas puntadas , de vez en cuando.
La verdad es que a mi, -recién cumplidos los catorce años-, no me hacia demasiada ilusión ir a paso de tortuga arrastrando la cola de penitencia por las calles. El habito, la túnica en cuestión eran de un color negro con escapulario triangular azul marino. Llevaba también golilla y una medalla. La caminata se me antojaba muy larga aunque a ratos, bastantes, el cortejo se iba parando. La gente abarrotaba las aceras del camino y prácticamente se te echaban encima.
En realidad a mi madre, alta y rubia, le sentaba de maravilla el atuendo. Y estaba orgullosa de pertenecer a la Orden de la Santa Cena. Ya de novios con papa no se perdían ni una de las procesiones y demás reuniones. Papa murió hace dos años. Por lo que mama se tomaba esta liturgia mucho mas seriamente que nunca.
Una hora pasara pronto- apuntaba mama -desde la puerta.!
Mientras tanto yo corría con la dichosa cola entre las manos, para no tropezarme antes de tiempo. Era fijo que, andando por el dichoso camino, -en zonas-, empedrado, se pisara ese trozo de tela y rodaras por la calle si algún compañero no te lo impedía agarrándote por un brazo . Con lo bien que estaría yo con mis amigos, siguiendo la procesión por los alrededores y haciendo las fotos necesarias para dejar constancia de lo guapa que estaba mama.
Con algo de retraso comenzó a rodar la comitiva. Salimos esta vez desde la Iglesia de Nazaret pasadas las ocho de la tarde.. Los que encabezaban la procesión eran un grupo de soldados la mayoría con capa roja, lanza y escudo. Al mando un capitán. También un soldado que tocaba una trompeta y otros que portaban una especie de hachas. Estos últimos con unas túnicas de un azul claro. Todos ellos, por supuesto, con su correspondiente lanzas que en algunas paradas atacaban el suelo, formando un ruido tan espectacular como uniforme.
Nosotros, nuestra Orden salia inmediatamente después que los “armados”. Mi madre, erguida, solemne con especie de bastón de mando, .era como una encargada del orden-, iba y venia intentando que todos fuéramos mas o menos bien agrupados. Ah, a ultima hora nos habían añadido unos cirios, enormes, encendidos con lo cual ,-hacia viento-, la faena era nuestra para que no hubiera ningún incidente. No vi ninguna unidad de bomberos por las cercanías. Claro que con el gentío cualquiera entraba o salia del camino marcado.
Los protagonistas de la procesión , sin duda, -aunque yo no lo entendiera mucho-, eran los Pasos que representaban escenas de la vida de Jesús desde La Santa Cena hasta el Santo Sepulcro. Los sufridos costaleros llevaban a hombres dichos elementos. La gente aplaudía cuando la música y sobretodo el ruido de tambores hacia patente la llegada de dichos Pasos. Y yo esperando que llegáramos a la Plaza del Ayuntamiento donde toda la parada hacia el toque final.
Niño, José María, que el cirio se te ha apagado con el viento.!
Mi madre parecía cansada al final del camino. Pero muy orgullosa. Yo, a pesar de todo el aburrimiento y cansancio, había cumplido con sus expectativas. Me había comportado. Aunque la hora larga de duración del trayecto se me había hecho eterna. Quizás en unos años me apunte de soldado romano.
lunes, 5 de abril de 2010
QUE QUERIAMOS SER DE NIÑOS
Alguna vez nos hemos hecho esta pregunta?. Yo, si. Y ustedes también por supuesto. Y la verdad es que,- por mucho que lo pienso-, no consigo acordarme con certeza. A ver, de muy pequeño, fui al parvulario de las monjas. Claro, mi hermana venia también. Y no se que añitos tendríamos así de renacuajos pero, íbamos y veníamos solos por la acera. Vivíamos por aquel entonces en Manresa.
Desde casa, sin bajar de la acera, íbamos al cole. Y viceversa. Recuerdo, -ahora sin ningun prejuicio-, que, alguna vez, tenia que salir corriendo pues algo se me había escapado del culete y quedado en el calzoncillo. No recuerdo si, encima, mi madre me regañaba o que.
Ella, -mi madre-, dice que yo de pequeño, quería ser cura de mayor. Y mi hermana monja, vaya. Pero no lo recuerdo exactamente. Por mas que hurgo en mi interior. Tampoco me extrañaría pues al ir a un colegio de La Salle donde la mayoría de maestros eran Hermanos se te podía pegar lo del “habito”. Lo que si se te “pegaba” muchas veces , -que caray-, era un buen cachete. Y, también, una buena puntada con un “regle”. El mas animal, con perdón, era el “profe” (Seglar) de latín. Era un puro sádico que se diría hoy día. El “regle” con que nos atizaba, -por fallar en una declinación-, era cuadradito. !Y dolía...!!. La “justicia” llegaría un par de años mas tarde cuando un compañero de clase de la época, le atizo tal puñetazo que lo arrincono bien contra la pared. De allí se le quitarían las ganas, para siempre, de volver con sus abusivos “sistemas” educativos.
Pero siguiendo con el tema, me gustaba mucho jugar al ajedrez. Quizás entonces quise se ajedrecista. No que seguro no quise ser fue futbolista. No crecí “cachas”, y con aquellas pelotas, -hoy de balonmano-, hechas , rellenas de trapos, las “palizas” que recibía mi cuerpecito eran para llorar. Borrado pues lo de futuro futbolista tampoco iba yo para baloncestista. Era obvio. Y entonces me dio por jugar a tenis. Seguro que, también, quise ser tenista. Lo del tenis era mas tranquilo. Los pelotazos los veías llegar a distancia e incluso, podías esquivarlos.
Ni soy ajedrecista, ni soy tenista, -aunque si fui un gran aficionado “amateur”, en buena parte de mi vida laboral. Para apaciaguar el estrés de trabajar sentado cara a un ordenador. Ah, y , por supuesto, no fui cura. Estoy casado, aun, con cuatro hijos y siete nietos. Aunque por lo que dicen los periódicos, algunos curas también han tenido hijos. Vaya, que no hay manera de acordarme de que quería ser yo de mayor cuando era pequeño.
LA ANTIGUA TARRACO
En el segundo día de estancia en Tarragona lo dedicamos, casi en su totalidad, a visitar los mas que impresionantes conjuntos monumentales del mundo antiguo. Enfilamos la Rambla Nova, hacia mar, -un bonito paseo-, donde, aparte de todas las oficinas bancarias del mundo, te encuentras con la impresionante figura del "Monument als Castells". Tras la fotografía de rigor, seguimos el aroma de la brisa marina hasta el "Balcón del Mediterraneo". Un mirador increíble donde se domina la playa del "Miracle".
El día fue esplendido aunque el vientecito que corría aumentaba la sensacion de "fresquito". Siguiendo con nuestro periplo dirigimos nuestros pasos hacia la zona cercana mas monumental. Desde el Paseo Arqueologico, el "Portal de Sant Antoni", el "Antic Hospital", la Catedral, las "Voltes Gotiques". Una caminata cruzando por el casco antiguo donde proliferan tiendas y locales de restauración. Los menús, a cual mas atractivo. Después de saltarnos algunos museos donde había que pagar entrada, al fin, entramos en el Museo Nacional Arqueologico de Tarragona donde si valió la pena sacar los euros y además subir la cantidad de escaleras hasta el ultimo piso.
En el Museo tuvimos la opción de ver desde la "Maqueta Tarraco Romana" pasando por "El Pretori Roma", y, -en las extrañas de la tierra-, la puerta por donde homenajeaban a los vencedores de los "torneos". Un agotador pero instructivo caminar por la Antigua Tarraco. Y una vez volviendo al mundo actual, se acerco la hora de comer. A tal menester escogimos en la Plaza de La Font, el restaurante Txantxangorri. Por el nombre os podréis hacer una idea de su carta culinaria. El sitio decorado al estilo, era muy acogedor. En una mesa pequeñita, cerca de la cristalera por donde observamos la Plaza, nos atrevimos con unos mejillones, un bacalao a la antigua, otro ajoarriero, regado con un Sierra de Cantabria, y finalizamos con una leche frita y queso idiazabal con menbrillo como postre. Había valido la pena la caminata.
Por la tarde un poco de descanso en el Hotel. Después otro paseito y la visita a una exposición fotográfica sobre Charles Chaplin y, a las ocho de la tarde, como no, delante de una pantalla gigante, vimos el Barça-Atlethic. Resultado final, 4-1 favorable a los azulgrana. Dos días muy apretados en Tarragona pero edificantes.
sábado, 3 de abril de 2010
LA PROCESION DEL SANTO ENTIERRO
Gracias a la inestimable colaboración de Montse, -mi hermana-, y José María,-nuestro cuñado-, este fin de semana pudimos "escaparnos" Martina y yo un par de días. Nuestro destino: Tarragona. No conocíamos la ciudad y aquí estamos. La llegada al Hotel Ciutat de Tarragona fue pasadas las dos de la tarde. Tiempo justo y necesario para dejar las maletas en la habitación e ir a comer. El hotel, grande, es también moderno y acogedor. Primer acierto de nuestra salidita. El menú, delicioso.
Nada mas llegar a la recepcion del hotel y despues de registrarnos, la amable empleada nos dio un mapa de la ciudad y nos puso al corriente de todo lo que se podia visitar. Por la tarde, -ahi lo del titulo de la entrada-, lo mas importante "La Procesion del Santo Entierro". En realidad La Semana Santa en Tarragona constituye un hito importante en la capital desde hace muchos años. Los origenes modernos de dicha tradicion se situan sobre el siglo XVI. A las ocho treinta de la tarde salia pues desde la Iglesia de Nazaret, en la Plaza del Rey , la espectacular procesion.
Encabezaba la Procesión del Santo Entierro la Cohorte Romana de la Purísima Sangre. Un buen grupo de soldados Romanos. Su primera aparición y salida fue en el año 1.758. Son en total 22 las Ordenes que componen la Procesión. La verdad, espectacular y muy aplaudida por la multitud que abarrotaba la Ciudad tarragonina, por la zona.
En las horas previas al evento, recorrida toda la rambla, nos paseamos por el Balcón del Mediterraneo, observando el mar. visitamos las ruinas del Anfiteatro Romano, la Torre Romana de la plaza de representacion del Forum Provincial, transformada en residencia Real. Y por ultimo el Circo Romano. Un pequeño y bonito repaso a la historia. Mañana, un poco mas.
jueves, 1 de abril de 2010
!! SEMANA SANTA !!
Aleluya. Bienvenido este fin de semana, tan especial, largo. Aprovechemos bien estos días tan necesitados para salir de la rutina. Para "cargar" las pilas. Para los que puedan, cambiar de ambiente. Para estar con la familia, atender a los "peques" de la casa.
Para recogerse. Meditar. Hacer deporte. Caminar por nuestro País y conocer rincones maravillosos, que los hay. También son días para quedarse en casa y saborearla. Disfrutar de la gastronomía, cuidando la salud para los que ello sea necesario. Y descansar.
Ah, y, para los que les corresponda, no olvidarse de las Monas de Pascua. Bien de pastelería o bien artesanal, hecha en casa con amor. Amigos, que disfrutéis esta Semana Santa lo mejor posible. Que seáis felices!
Para recogerse. Meditar. Hacer deporte. Caminar por nuestro País y conocer rincones maravillosos, que los hay. También son días para quedarse en casa y saborearla. Disfrutar de la gastronomía, cuidando la salud para los que ello sea necesario. Y descansar.
Ah, y, para los que les corresponda, no olvidarse de las Monas de Pascua. Bien de pastelería o bien artesanal, hecha en casa con amor. Amigos, que disfrutéis esta Semana Santa lo mejor posible. Que seáis felices!
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