Otra semana más y vuelvo con un nuevo trabajo para el "Taller". Esta vez el tema obligaba con el ritmo, escena, narración lineal, resumen, elípsis, descripción, suspensión y el análisis del discurso narrativo. No sabia por donde empezar. Espero que lo parido sea soportable. Gracias nuevamente por seguirme lo cual me llena de moral. Hoy me he levantado como cualquier otro día de mi vida. Aunque pongo el despertador a las siete de la mañana, no lo dejo sonar, pues llevo rato despierto bastante tiempo, desde la cuatro de la madrugada. Por mi cabeza se cruzan imágenes de lugares y de acontecimientos, algunos de ellos sin sentido aparente. Es probable que durante ese periodo también haya soñado. Lo último que recuerdo es que cogía un tren de cercanías, sin billete. El revisor se ha percatado de la cuestión y rápidamente ha empezado a perseguirme pues yo había puesto pies en polvorosa. El diligente funcionario, por suerte, me perdía de vista, y yo me encontraba, sudoroso, en un cruce de calles que no sabia distinguir. ¡Uf menuda pesadilla!
Mientras me preparo el café con leche habitual, enciendo la televisión y busco algún informativo. Después preparo las tostadas con mantequilla y mermelada y me siento para disfrutar de unos de los momento mas agradables de la jornada. Una jornada que, a diferencia de las de este ultimo mes de Abril, tiene algo de especial para mí. Volaré por primera vez hacia Granada, por trabajo, en una misión de la que puede depender mi ascenso en la compañía donde trabajo como Supervisor de Créditos.
Mi jefe, Antonio, Director Financiero, llevaba una semana proponiéndome para el desplazamiento hablándome de las posibles ventajas para mi si fructificaba la operación.
Pablo, has hecho méritos para el trabajo y estoy convencido de que no vas a
decepcionarme.
No, Antonio, estoy preparado para el viaje. Espero superar esas ansias que me entran cada vez que he de coger un avión - le dije ayer lunes, poco antes de marcharme hacia mi casa.
Después de pasar por la ducha, afeitarme me pongo mi mejor traje de entretiempo, uno de color
beige, camisa blanca y una corbata marrón oscura, aparentemente a juego. El vuelo salia desde el aeropuerto de Barcelona a las nueve y veinte de la mañana, debía darme prisa. De mi casa a la terminal solo tenia veinte minutos de viaje. Con las prisas casi olvido mi maletín con la
documentación precisa y mis poderes de la compañía. Una vez dentro de mi coche, mi cabeza empieza a pensar en la operación que tenía encomendada en Granada: conseguir que nuestro distribuidor en esa zona siga con nuestros productos, previa cancelación de la deuda atrasada existente. Para ser lunes el tráfico era bastante fluido.
El vuelo fue bueno, con solo un par de sustos por esos baches que se originan de vez en cuando.
En el aeropuerto
Federico García Lorca, el avión aparca casi tocando la terminal , y, allí estaban Carlos Pardo mi compañero que llevaba el aspecto comercial y,
acompañándole Jesús
Gimenez el distribuidor. Tras los saludos de rigor nos trasladamos, en el coche de Carlos, a la capital, donde Jesús tenia sus oficinas. Ya eran cercanas las doce del mediodía. En un momento aproveché para enviarle a mi esposa, María, un
sms comunicándole que había llegado bien.
El trayecto corto, unos diecisiete kilómetros, nos dio para encarrilar ya algunos de los condicionantes de la operación, forma de pago de la deuda pendiente y nuevas
posibilidades de productos que Carlos se aplicó bien en explicar.
Pablo que tal la familia?-me pregunto Carlos-
Bien; ya se que vosotros habéis tenido otro hijo. Me entere por el jefe Antonio. Muchas felicidades.
Tu crees que
terminaremos hoy?- dijo mi compañero-
Espero que sí, Carlos, me gustaría coger el vuelo de vuelta que sale a las veinte treinta y cinco.
Cerca de las dos de la tarde nos encaminamos hacia el restaurante
Cunini, una selecta
marisquería, próxima a la Catedral. Jesús insistió en llevarnos y dejar el tema de las cuentas para después. En realidad fue durante la comida donde atamos todos los cabos del negocio.
Por los veinte mil euros de la deuda hago una transferencia, de la mitad y el resto concretamos unos pagarés.-aseveró Jesús.
Bien, dije. No esperaba menos; que la competencia esta tras de tus pasos y no nos gustaría tomar otra decisión al respecto. Ya sabes que tuvimos que luchar mucho para tu incorporación a nuestra red de distribuidores. Pasaremos por la Notaría para firmar el reconocimiento de la deuda.
Pese a los estira y afloja la comida transcurrió correctamente y a las cuatro de la tarde ya estábamos nuevamente en las oficinas. En el trayecto, iba yo recordando cuando aterricé en la
multinacional Pinturas y Barnices Alemanes, haría unos seis años. Entre medio recomendado, y no fui muy bien recibido. Mis compañeros, tardaron tiempo en darme la oportunidad de abrirme hacia ellos y en demostrarles mi valía. En principio el Director General,
Klaus Juergueen , me encomendó revisar todas las cuentas y poner al día los cobros. Tuve que repasar la tarea de otros y ello no ayudó nada para que mis nuevos compañeros me cogieran confianza. El tiempo todo lo cura y en este caso también fue así.
Pablo, Carlos, ya estamos llegando a la tienda, Pinturas Granadinas-Jesús nos la señalaba de lejos-. Verdad que con las nuevas obras ha quedado mucho mejor?
Era cierto, con las
modificaciones se habían resuelto algunos problemas de espacio que tenían antes. Dimos una vuelta por los tres pisos del edificio, los garajes, y el almacén de productos peligrosos, apartados de todo lo demás. El negocio de Jesús era uno de los que mas facturaba en Granada y provincia.
Tenéis que ayudarme con la deuda, los plazos,insistía Jesús
Gimenez.
Jesús, le respondí algo serio, ya lo hemos hablado en varias ocasiones. Se han producido muchos impagos y la situación ya no podía seguir mas. Seguiremos
suministrandote productos con la condición de reconocer la deuda notarialmente y a
finiquitarla en un plazo máximo de dos años. Los intereses serán del cinco por ciento anual. Y, recuerda durante los seis meses próximos el pago de los productos que solicites sera anticipado.
Jesús intentaba asimilarlo todo deprisa pero se mostró algo alterado.
De acuerdo, así quedamos. No habrán más impagos. He vendido una de las naves de La Fe, y tengo ahora un buen remanente de dinero, concluía Jesús.
El paso por la Notaría fue rápido. Una copia de la
documentación ya la había enviado yo, desde Barcelona, por fax. Misión cumplida.
Conservavamos al mejor distribuidor que había en Granada.
Una vez con los pagarés y el
justificante de la transferencia en mi maletín, me despedí de Jesús. Carlos, como no íbamos mal de tiempo, aun no eran las seis de la tarde y el avión salia pasadas las ocho, me llevó a ver la famosa
Alhambra, en una visita fugaz, que en realidad no dio para mucho. Pero fue mucho más de lo que pude imaginar. Arreglar el entuerto para el que había viajado tan lejos. Muchísimo para un solo día. Una jornada completa que me sirvió para conseguir el ascenso tan esperado. Un ascenso por el que me había esforzado y luchado mucho en los últimos dos años de trabajo.
Una vez en casa, relajado tras el viaje, cerca de las once de la noche, aprovechamos con María , mientras saboreábamos la cena, para ver la cartelera cinematográfica y escoger una película para salir y ver juntos el próximo viernes por la tarde.